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jueves, 11 de noviembre de 2010

LA CONDUCCIÓN BAJO LOS EFECTOS DEL ESTRÉS

En función de necesaria adaptación de los tres mecanismos tradicionalmente implicados en el
sistema de tráfico (persona x vehículo x vía), es lógico pensar que la psicología puede ejercer
un papel relevante en lo referente al factor humano. En el ámbito de la Psicología del Tráfico se han realizado diversos acercamientos. Inicialmente los psicólogos se centraron en el papel de las aptitudes, la investigación en este campo ha tenido un cierto desarrollo y en la actualidad el reconocimiento periódico de los conductores que se realiza en España es producto de esta línea de investigación.
Otras pautas de trabajo posteriores se pueden dividir en tres grandes grupos:
Estudio de variables personales-biográficas: edad, sexo, etc.
Estudio de variables psicológicas de personalidad: extroversión, búsqueda de
sensaciones fuertes, etc.
Estudio de variables ambientales y situacionales: estado de las carreteras, ingesta de
alcohol, fatiga, sueño, estado de ánimo, etc.
Tanto dentro del grupo de variables psicológicas como en el de variables situacionales
el estrés también ha sido estudiado. Sin embargo se trata de un campo que aún no ha recibido
el tratamiento exhaustivo que sería deseable.
El estrés, al igual que la conducción, es una de las características más definitorias de la
civilización actual. La vida cotidiana está invadida por él y lógicamente la conducción, tan ligada
al estado emocional y al estilo de vida de los individuos, no puede ser ajena a este fenómeno.
Modelos de estrés
El término estrés ya se utilizaba en arquitectura e ingeniería mucho antes de ser
utilizado en psicología. Con este término se referían a la fuerza externa que, aplicada a una
estructura física, producía una tensión en dicha estructura.
Es en 1915 cuando Cannon emplea los términos de "estrés emocional" o "estrés de
excitación", y en 1982 cuando Selye lo introduce como denominación de su "síndrome general
de adaptación" popularizándose su utilización desde el punto de vista psicológico.
Así, el estrés puede ser descrito como estímulo y como respuesta. Como estímulo se
trata de una circunstancia externa a la persona que le supone demandas extraordinarias o
inusuales. Como respuesta, podemos distinguir cuatro tipos de reacciones que sirven de
indicadores de estrés:
- Autoinformes de emociones disfóricas como miedos, ansiedad o ira.
- Conductas motoras.
- Cambios fisiológicos.
- Cambios inadecuados del funcionamiento cognitivo.
Analizando el estrés desde este punto de vista adquiere importancia el concepto de
amenaza, la amenaza tiene dos características: tiene carácter anticipatorio y depende de
procesos cognitivos. En la respuesta de estrés podremos distinguir cuatro elementos:
antecedentes, mediadores psicológicos, modos de expresión del enfrentamiento y respuestas
específicas de enfrentamiento.
Las condiciones antecedentes corresponden tanto a la situación (y a las distintas
variables que la conforman), como al sujeto. Ambos determinan la evaluación cognitiva del
estímulo. Si este es evaluado como amenaza potencial el sujeto responderá con la puesta en
marcha de sus habilidades de enfrentamiento que pueden ser de dos tipos: acciones directas y
procesos intrapsíquicos.
Así pues, desde esta concepción la respuesta al estrés sería un síndrome complejo
determinado por la interacción de factores situacionales y personales, puede ser una reacción
emocional cognitiva, una respuesta fisiológica y/o una respuesta comportamental.
Investigaciones sobre estrés y conducción
Los términos ansiedad y estrés aparecen de forma muy ocasional en la literatura sobre
psicología y seguridad vial. Históricamente la investigación se ha centrado en el estrés como
un factor que incrementa el riesgo de sufrir accidentes de tráfico.
Desde trabajos iniciales que contemplaban la aparición del estrés como consecuencia
de los reajustes a los cambios de vida experimentados, se iniciaron algunas investigaciones
dirigidas a dilucidar si estos cambios vitales mostraban alguna relación con los accidentes de
tráfico.
Así pudo observarse como aquellos conductores que experimentaban más cambios
vitales y más problemas económicos se veían envueltos con más frecuencia en accidentes de
tráfico. Los estudios también apuntan a que la influencia de estos eventos vitales sobre los
accidentes de tráfico sólo aparecía cuando se trataba de eventos no deseados.
Factores como la tendencia a emocionarse y los problemas conyugales aparecían de
forma significativa entre aquellos conductores que habían causado un accidente de tráfico
frente a los que no.
Esta línea de trabajo, interesada por los eventos vitales, en la actualidad ha
desaparecido prácticamente, dando paso primeramente a la consideración de las variables
relativas a la personalidad y diferencias individuales de los sujetos, y posteriormente a la
evaluación cognitiva del sujeto de la situación específica de conducción.
Efectos del estrés sobre la conducción
La conducción, como una actividad más de la vida cotidiana, no es ajena a las alteraciones
provocadas por el estrés o la ansiedad, y ya sean provocadas por el entorno del tráfico, o por
circunstancias ajenas al tráfico, pueden provocar una alteración de las condiciones físicas o
conducir.
Desde el modelo de estrés como respuesta general inespecífica ya podemos
comprender que cuando algún individuo se ve sometido a algún factor desencadenante de
estrés, el organismo reacciona para defenderse de la situación pasándose por las tres etapas
del denominado "Síndrome General de Adaptación"
Influencia de la conducción en el estrés
Otra línea de investigación que se ha mostrado productiva es la que contempla a la conducción como una actividad generadora de estrés. Desde esta línea la profundización en la compresión del "estrés de la conducción" es mayor al tener presente el efecto situacional del mismo.
Hay una gran diversidad de situaciones que pueden provocar ansiedad:
- Ritmo de vida acelerado.
- Marcarse metas excesivamente elevadas.
- Sobrecarga de trabajo, sobre todo si es de precisión.
- Problemas de inseguridad o frustración profesional.
- Desequilibrio entre las demandas del entorno y la capacidad del sujeto para
satisfacerlas.
- Excesiva estimulación ambiental.
- Cambios reiterados a nivel profesional o personal a que nos obliga el estilo de vida
actual.
- Ambiente excesivamente competitivo.
- Ruido, contaminación y densidad del tráfico en las grandes ciudades.
Efectivamente, las grandes ciudades comportan todo un conjunto de sistemas de
exigencias múltiples, unas totalmente externas y ajenas al hombre y otras propias: niveles de
ruido ambiental, contaminación atmosférica, aglomeraciones (incluso situaciones de
hacinamiento), ritmo vertiginoso, actividad febril y agitación, anonimato, despersonalización y
sobreabundancia de estímulos sensoriales. Todas estas circunstancias representan un
continuo estresor que puede rebasar los márgenes de tolerancia permisibles, provocando una
situación incompatible con una adaptación normal al entorno. El resultado de esta
sobresaturación del medio urbano suele ser ambiguo, por un lado se desarrolla una
considerable capacidad de respuesta a las más diversas situaciones que la vida actual plantea,pero al mismo tiempo, si se ha exigido una renovación de los esquemas conductuales
demasiado rápida se puede generar un estado de ansiedad.
Estos impactos que impone el hábitat urbano al ciudadano en general, sin duda se ven
agravados en los automovilistas, sobre todo en aquellos que desarrollan su conducción como
actividad profesional y por tanto se ven necesitados de mantener un tono constante de
actividad, una gran capacidad de adaptación al medio urbano y una gran dosis de resistencia a
la frustración.

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